Al día siguiente, el 2 de noviembre, nos uniremos en oración por Todos los Fieles Difuntos, familiares, amigos y difuntos del mundo entero y que no nos consta si se han salvado o no, sólo Dios lo sabe; pero acudimos a la misericordia divina pidiendo que si ellos al morir se han unido a la muerte de Cristo, ahora se unan a su resurrección. Es normal que nos duela la muerte de los seres queridos, especialmente si ha sido reciente, pero los seguimos entregando a Dios, pidiéndole que ellos gocen ahora de su presencia.
Al celebrar a Todos los Fieles Difuntos, también
ofrecemos a Dios lo que nos queda de vida, para realizarla según Dios, y nos
preparamos a nuestra propia muerte, sabiendo que al final de nuestra vida se
nos juzgará sobre el amor, no sólo manifestado de palabra o en nuestras
devociones sino sobre todo en nuestras buenas obras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario